Estaba muerta cuando me encontraste, mi cuerpo yacía inerte en el devenir contínuo… mi corazón no latía, mi alma no sentía…. Era hielo hiriente en un árido desierto de vida en el q se habían congelado los sentimientos, las venas eran como ramas tristes de un árbol cadavérico, las hojas se habían esparcido con la gélida brisa de la soledad y el desánimo….las raíces podridas por la desesperación desaparecían bajo mis pies. Entonces…..apareciste cual rayo de sol tímido que acaricia suavemente mi despertar. Mis pulmones respiraron una gran bocanada de aire fresco y limpio, como si una gran corriente de esperanza inundara el recorrer de mis venas proporcionando a mi corazón energía para latir de nuevo.
Paulatinamente mi cuerpo se estremeció y comenzó a reaccionar con tu calor, el hielo q preservaba mi alma comenzaba gota a gota a desintegrarse con la luz de tus ojos, germinaron de nuevo sentimientos olvidados en la tenebrosa oscuridad al ver tu sonrisa.
Me dejé arrastrar por la cálida corriente que invadía todo mi ser, el salitre acabó con la tristeza y la indiferencia q quedaban por descongelar haciendome volver a sentir…a desear…
Fue tal la fuerza que me inundó que arrastró dolorosos recuerdos, limpiando de ruines escombros desengaños del pasado, obligándome a abrir los ojos y deleitarme con un nuevo amanecer…… eres tú…mi resurrección.